La eficiencia energética se ha convertido en uno de los desafíos principales del sector de la construcción. Los edificios se construyen pensando en lograr el mayor ahorro energético, con el menor impacto ambiental, posible. A la hora de climatizarlos, el suelo radiante se está convirtiendo en la alternativa más implantada y aplaudida.
¿QUÉ ES EL SUELO RADIANTE?
El suelo radiante es un sistema de calefacción o refrigeración que funciona a través de la instalación de una serie de circuitos de tubería bajo el firme, por los que circula agua a una determinada temperatura.
El suelo radiante tiene como objetivo acondicionar térmicamente las viviendas, por lo que se puede utilizar tanto para calentar como para refrigerar una vivienda. En el primero de los casos, el agua circulará a una temperatura media de 40º por los tubos, generalmente de polietileno, que se colocan bajo una capa de mortero de cemento y el pavimento. El calor se distribuye homogéneamente por la superficie a través de la radiación y la conducción.
Cuando el suelo radiante se utiliza para refrigerar, el agua circulará a una temperatura media de 16º por los tubos, y el calor retenido en una estancia será absorbido por el pavimento y expulsado hacia el exterior.
¿CON QUÉ SISTEMAS FUNCIONA?
Los sistemas de calefacción/refrigeración por suelo radiante funcionan con calderas, bombas de calor, energía solar o, también, con geotermia y aerotermia (sistemas aire-agua).
¿QUÉ VENTAJAS TIENE?
Una de las principales es la sensación de bienestar que produce. Dejando al margen el placer de caminar descalzo en pleno invierno sobre un suelo calentito, la distribución ideal de la temperatura para los seres humanos viaja de abajo arriba, ya que demasiado calor en la parte superior de nuestro cuerpo puede generar dolores de cabeza y otras molestias.
Además, las emisiones de CO2 de este tipo de instalaciones se reducen considerablemente con respecto a otros sistemas de climatización, lo cual puede aumentar la calificación energética de una construcción.
Esta distribución homogénea de la temperatura, sin corrientes de aire, y el uso de temperaturas de impulsión moderadas, se traduce en un mayor ahorro energético.
El suelo radiante ofrece también una ventaja estética con respecto a los sistemas de climatización tradicionales. La instalación queda completamente oculta a la vista.
Las funciones de calefacción y refrigeración se pueden aunar en una misma instalación con el sistema de suelo radiante.
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